Quiero compartir con vosotros una historia que me he… Comienza así:
Cuentan que hace un tiempo que un grupo de especies de lo más
variopinto (psicoligus, educadorus, pedagogus, treballadorus,
psicopedagogus, educadorus fisicus…), todos ellos especiales e únicos,
se reúnen cada lunes para zambullirse en un lugar recóndito de esta
urbe. La entrada es posible gracias a la maga Merchus que posee la
pócima para que las puertas de dicho lugar se abran. Y cuando esto
ocurre el misterio, la magia, una cierta incertidumbre pululan por los
pasillos… nuestra mente tan predispuesta a imaginar, idear,
fantasear, conjeturar… se pone en marcha. Poco a poco, los
funcionatus, con su poder, ponen en funcionamiento un mecanismo que
permite que las puertas metálicas, momentáneamente, se desplieguen con
sus chillidos estridentes. Sonidos y olores que nos ayudan a
configurar un ambiente que rodea el espacio por el que deambulamos.
Entre palabras, bostezos, y algún que otro silencio el grupo se
predispone anímica y mentalmente a entrar, como diría Platón
metafóricamente en la cueva de aquello desconocido pero donde podemos
sentirnos reflejados.
Así las mariposas con su vivacidad de colores y brillos y las
princesas, con su encanto innato, penetran una vez atravesadas las
cavernas hasta el fondo de las mismas, donde inesperadamente la luz se
manifiesta, gracias a la existencia de un patio muy particular. En su
perímetro destacan unos ornamentos metálicos con forma de círculos
cilíndricos sólidos que nos transmiten que nos encontramos cercados y
limitados espacialmente. Pero esa sensación se desmorona cuando la
comitiva de bienvenida, formada por un conjunto de personas también
únicas y especiales, nos recibe. Las manos se estrechan creando un
vínculo entre los habitantes y los invitados al festín.
Ya que a partir de entonces la fiesta, la alegría, la diversión se
hacen presentes de la forma más esplendida y natural que surge de cada
uno de los presentes. Y esa espontaneidad reforzada por el compromiso
individual y grupal (aunque por medio circulen unos creditus) hacen
que la jornada y la activitatus tenga sentido.
Comienzan los juegos y con ellos las mariposas, las princesas y los
anfitriones empiezan a danzar, saltar, reír, brincar con un trasfondo
sutil de estimulo y positiva competitividad, entendida ésta como el
deseo de igualar y equiparar en potencialidades y posibilidades. Ya
que cada cual sabe muy bien que se puede aprender siempre y en todas
partes, y que esta actividad extraña no se reduce a los lugares y
sitios que le han sido asignados. No obstante, el eco transportaba
estas palabras: "Encuentro que se trata del mejor trabajo del mundo;
porque lo hagamos bien o mal, estamos siempre pagados de la misma
manera […] Un zapatero haciendo sus zapatos no podría echar a perder
un trozo de cuero sin que tuviese que pagar los platos rotos, pero en
nuestro caso podemos echar a perder un ser humano sin que nos cueste
nada…" MOLIÈRE, El médico a su pesar. Estas palabras escuchadas,
pronunciadas, oídas con otros términos recorren el espacio por el que
nos movemos. Su objetivo no es otro que el que reflexionásemos sobre
el tan nombrado término: modelo/referente sin caer en el peligro de
creernos ejemplos ideales a seguir, pues como muy bien le dice
Guillermo de Baskerville a su discípulo Adso de Melk: "todos tenemos pasado".
Continuará es la hora de tomar el té.
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